La noticia sobre la declaración del orégano de Tacna como producto designado con una Denominación de Origen es causa de alegría para el Perú, siendo el onceavo producto nacional con esta certificación muy valorada en Europa. Sin embargo, es casi nada comprendida en el Perú y países del nuevo mundo. Los abanderados que gozan de la DO en Perú son el Pisco, Maíz Blanco Gigante Cusco, Chulucanas, Pallar de Ica, Café Villa Rica, zapallo Loche de Lambayeque, Café Machu Picchu-Huadquiña, Maca Junín-Pasco, Cacao Amazonas Perú y Aceituna de Tacna.
«Cuando se habla de una Denominación de Origen, hacemos referencia a un producto con características particulares que resaltan del resto gracias a factores como el lugar donde se desarrolla, el clima, el ambiente y el aporte de aspectos culturales y conocimientos de su gente; lo cual es reconocido de manera natural en el mercado por el consumidor final debido a su reputación», afirma la Dra. Ashyadée Vásquez, Jurista en Derecho Internacional y Magíster en Ciencias Jurídicas. Tiene una larga trayectoria en la especialidad y trabajó más de 26 años en Indecopi. Desde el 2023 se desempeña como consultora independiente.
Lograr una DO no es simple, pues depende de una serie de factores y requiere la participación del Estado Peruano. El hecho de preparar el expediente de una Denominación de Origen (DO) o de una Indicación Geográfica (IG) resulta costoso, exige un equipo multidisciplinario que elabore el sustento de dicho reconocimiento con estudios técnicos y científicos que reconozcan y fundamenten sus cualidades y su elaboración. La titularidad (propiedad) de una DO o IG la tiene el Estado Peruano. También se debe registrar en el extranjero para su debida protección en otros países.
Por otro lado, en nuestro país aún no se entiende el valor de una DO. La mayoría no comprende el alcance de esta figura. Algo indispensable para su viabilidad es que toda DO requiere de un consejo regulador, ente responsable en administrar, gestionar, normar, garantizar, supervisar y cuidar la calidad del producto. Una de las grandes dificultades que hemos visto es que los CRDO en nuestro país no tienen presupuestos asignados ni del sector privado ni del estado. Entonces, la pregunta se cae de madura: ¿cómo van a desarrollar su trabajo? Una labor que exige mucho: ordenar, organizar, establecer los mecanismos para homogeneizar el estándar de calidad de los productos y que tengan la trazabilidad que es la garantía que una Denominación de Origen exige. Lo positivo es que cada vez más productores tienen claro el panorama.
En cuanto al consumidor, en el Perú se paga por reputación y reconocimiento más no por DO. Es el caso de las paltas y chirimoyas de Cumbe, del ají mochero de Lambayeque, de la granadilla y rocoto de Oxapampa, del café y cacao de Piura además de su maravilloso limón de Chulucanas, base indiscutible del celebrado ceviche peruano que acaba de ser nombrado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Finalmente, el producto designado con una DO debe contar con todas sus etapas productivas dentro de la zona delimitada. Cuando no sucede esto, podría encajar en la figura de una IG (Indicación Geográfica), la cual involucra el saber hacer de un producto, pero con algunos insumos que no son estrictamente del lugar. Otra opción es una marca colectiva donde los parámetros y estándares de calidad se deciden entre los mismos interesados y los pueden ir mejorando con el tiempo.
Por Soledad Marroquín M.
@sol_marroquin