Por John Santa Cruz
La tradición histórica de Destilería Carúpano se remonta a 1762, año en que se funda la Hacienda Altamira en Macarapana, por el capitán español Félix del Fierro. Es allí donde por vez primera en Venezuela se produjo lo que hoy se llama Ron Añejo. En 1954, la familia Morrison compró la bicentenaria Hacienda Altamira que estaba abandonada desde la muerte en 1901 de Tomás Massiani, quien fue uno de sus propietarios y quien más prestigio y desarrollo le dio a esa propiedad desde 1840.
La intención original de los nuevos propietarios fue la de establecer en ella nuevamente la actividad de molienda de caña, destilación y añejamiento de rones. Para ello se asociaron con Alejandro Hernández, dueño de Industrias Pampero, y en proporciones iguales fundaron Destilería Carúpano, C.A., asociación que se mantiene hasta el año 1962. En la actualidad, Destilería Carúpano sigue siendo una empresa familiar y cuatro generaciones de la familia la han administrado.
Selecciona alcoholes de carácter superior y usa el agua de sus propios manantiales desde hace más de dos siglos. Estos dos elementos contribuyen de manera fundamental con el rasgo distintivo de sus rones. Adicionalmente, la madera de las barricas de roble blanco americano que se utilizan y el tiempo de envejecimiento del destilado de caña, se consideran científicamente que aportan entre un 60% a 80% del sabor de sus rones y de su calidad final. Las barricas de roble blanco americano incrementan su complejidad, aumentan su fragancia y delicadeza, crean astringencia, ayudan a formar color integrándose además con otros sabores originados por el uso previo de la barrica para envejecer Bourbon.
El porcentaje restante de la naturaleza de sus rones se debe a otros factores que también están envueltos durante el proceso de añejamiento como la condición e historia de cada barrica; el diseño de los almacenes donde las barricas reposan y como se colocan las mismas; la ubicación geográfica de estos almacenes; el microclima especial que se desarrolla en el valle de la Hacienda Altamira en la que el destilado de caña se madura y por cuánto tiempo este se añeja. En cuanto a los rones en sí, podemos partir desde el Solera Centenaria 21 Años. Tiene un color entre ámbar y miel. Exquisitos aromas de caramelo, madera, crema de coco y jugosas nueces tostadas. Un nivel más arriba está el Carúpano XO, que tiene un añejamiento cerrado en barricas de roble blanco americano sin reposición de mermas y con Madres de Reservas Antiguas Privadas de Familia. Edición limitada y numerada anual de 2.000 decanters de cristal tallados con fino estuche. Todo un lujo. Finalmente, está el Legendario, único lote con 25 años de añejamiento cerrado, sin reposición de mermas ni mezclas, con una edición limitada y numerada anual de 500 decanters de cristal tallados con bolsa de Suede y fino estuche. Con este portafolio llega Carúpano al Perú. Una apuesta acertada.
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