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Un pañuelo con caricias de Pinot Noir

April 8, 20245 min read

Por John Santa Cruz

Aún tengo el terroir en el paladar. Tarde de inicio de primavera para refrescar los matices del pinot noir, bajo el manto de una cata a ciegas ideada por Luisa Herrera, trajinada mujer de vinos con su importadora RM Wines & Foods. La cita fue en Marylou, un wine bar que acaba de abrir sus puertas y que se está convirtiendo en la meca de las catas en la Lima vinera. Fueron cinco vinos los testeados para redondear este petit comité, que se endulzó con los verbos de Soledad Marroquín, Paola Suárez (la directora de orquesta), Claudia Eraso, Rosa Lyn, Nuria Fernández, la remozada Luisa y este bebedor. En cuanto a este cepaje, puedo acotar que su sensibilidad deja huellas un tanto más marcadas para intentar dar con su origen. Ojo, porque no es tarea fácil. Durante el análisis no acertamos del todo, lo cual nos palmó una grata impresión por las expresiones de los terroir catados.    

Fueron dos argentinos y tres franceses. Al menos diluyeron esa data antes de la primera copa. Otro regalito que soltaron en la mesa: todos de añada 2021. Fue como prender un par de focos dentro de un estadio de fútbol a oscuras, pero con esas guías se pudieron delinear algunos parámetros de evaluación. El primero en salir fue un pinot robusto, con frutos negros encendidos en nariz, por allí un dash de canela, notas herbáceas, un poco de menta. En boca los taninos eran más encendidos, con una acidez media, lo que no le aportaba frescura. Era un Fabre Montmayou de la línea Estate Bottled del Valle de Uco, Mendoza. La altura de la montaña se dejó sentir en cada sorbo. Como sabrán, Fabre es una bodega creada a principios de los 90 por el enólogo Hervé Joyaux Fabre, proveniente de Burdeos. Hoy tiene 50 hectáreas en la Patagonia y casi 300 en Mendoza.

El segundo vino gozaba de otras latitudes. Para ser un pinot, se notaba más armado, pero no delicado. Los rasgos de esta uva se apreciaban en el fondo: frambuesas, tostados medios, algo de café; en boca un poco duro, con taninos gruesos y una acidez media. Los 14 meses de crianza en barrica francesa se dejaban notar. Era un Bourgogne de Joseph Drouhin. Cabe mencionar que esta bodega se dedica en cuerpo y alma al vino de la Borgoña, con cerca de 90 denominaciones diferentes en su catálogo. La propiedad en total cuenta con más de 80 hectáreas de viñedo, en su mayoría de Premier y Grand Crus (24 de los 32), plantados con las dos variedades de uva estrella de Borgoña: pinot noir y chardonnay. Durante los últimos 140 años, Maison Joseph Drouhin ha estado en manos de la familia Drouhin, convirtiéndose en un verdadero patrimonio familiar.

Continuando con el cuarto, este pinot noir en particular, fermentó en tres semanas con una maceración con tinas abiertas (bazuqueo). Paso 16 meses por barricas francesas (20% nuevas). Rico vino, muy elegante, pero con otro perfil. Se notaba calidez sin salir de los parámetros del pinot. Mucho jugo en la boca, sin embargo, se cortaba a los seis segundos. Lo mágico de esta uva es la versatilidad de sus expresiones según el terroir. Para terminar, salió un pinot con otro rostro, distinto, muy de Nuevo Mundo, más frutos rojos y frutillas al final. Con el tiempo se abre para lo oscuro, algo de pimienta y canela. Acidez agradable y boca horizontal. La crianza marcaba 15 meses en roble francés entre nuevas, segundo y tercer uso. Era un Domaine Nico Gran Mere de Laura Catena de las alturas de Tupungato en el Valle de Uco. Perfiles distintos y gran ejercicio de cata. ¡Salud!

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