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MOOD FOOD: EN BUSCA DE LA FELICIDAD

March 18, 20255 min read

Por Jasmine Rincón

«No hay nada como respirar profundamente después de reírse tanto. No hay nada en el mundo como un dolor de estómago por las razones correctas». Esta cita de Stephen Chbosky nos recuerda que la risa y la alegría son vitales para nuestra existencia. Pero, ¿qué papel juega la comida en esta ecuación? Cada 20 de marzo, el mundo celebra el Día Internacional de la Felicidad, una ocasión perfecta para explorar la relación entre la gastronomía y nuestro estado de ánimo. Más allá del placer inmediato que proporciona un buen plato, descubrimos que la cocina tiene el poder de influir en nuestras emociones gracias a la conexión intrínseca entre nuestros intestinos, nuestro corazón y nuestro cerebro.

Desde tiempos inmemoriales, la comida ha sido un elemento central en la celebración de momentos felices. Ya sea en una reunión familiar, una cena entre amigos o una fiesta, los alimentos se convierten en símbolo de unión y bienestar. Sin embargo, la ciencia respalda esta intuición. Hoy sabemos que existe una compleja red de neuronas en nuestro intestino, a menudo llamada «el segundo cerebro», que está en constante comunicación con nuestro sistema nervioso central. Este diálogo no solo regula aspectos físicos, sino que también impacta directamente en nuestra salud mental. Alimentos que incluyen probióticos, como el yogur o el kimchi, pueden fomentar la producción de neurotransmisores como la serotonina, responsable de regular nuestro estado de ánimo.

La serotonina, en efecto, es conocida como la hormona de la felicidad. Aproximadamente el 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino, lo que establece un vínculo claro entre lo que comemos y cómo nos sentimos. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y granos integrales, no solo satisface nuestras necesidades nutricionales, sino que también puede elevar nuestro estado de ánimo y ayudarnos a combatir la ansiedad y la depresión. Los expertos sugieren que ciertos alimentos, como los plátanos, el chocolate negro y los frutos secos, pueden estimular su producción, aportando así bienestar emocional.

Por otro lado, la dopamina, otro neurotransmisor clave, juega un papel crucial en el sistema de recompensa del cerebro. Cuando disfrutamos de un plato que amamos, nuestro cerebro libera dopamina, creando una sensación de placer y satisfacción. Esto explica en parte por qué ciertas comidas pueden volverse «comida reconfortante» en momentos de estrés: nos ofrecen un alivio inmediato, aunque sea temporal. La creación de sabores complejos, combinaciones innovadoras y la presentación visual de un plato pueden convertirse en un verdadero festín para los sentidos, proporcionando una experiencia que va más allá de lo físico.

Sin embargo, es importante recordar que la búsqueda de la felicidad a través de la comida debe ser equilibrada. El exceso de azúcares, grasas y alimentos ultraprocesados puede llevar a un ciclo dañino, donde el placer inmediato se traduce en consecuencias adversas para la salud a largo plazo, incluso fomentando las adicciones. Así, la clave radica en cultivar una relación saludable con la comida, priorizando ingredientes frescos y nutritivos que alimentan tanto el cuerpo como el alma.

La búsqueda de la felicidad puede tener un aliado poderoso en la gastronomía. Al considerar la conexión entre nuestras neuronas intestinales, las hormonas de la felicidad y nuestras elecciones alimenticias, podemos encontrar una forma de nutrir no solo nuestro cuerpo, sino también nuestro espíritu. Este Día Internacional de la Felicidad, celebremos no solo con risas y abrazos, sino también preparando y compartiendo comidas que nos hagan sentir plenos y contentos. «No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no se ha cenado bien».

@laneurogastronoma

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