Por Claudia Aguilar Valdivia

Cuando pienso en comprar ropa no solo busco algo que identifique mi estilo personal, sino que también sea atemporal y duradero. Trato de ver lo que está en tendencia, pero me gusta mucho tener piezas especiales en mi closet y conocer su proceso. El acto de vestir es un hecho esencial del ser humano y de la sociedad, ya sea como una necesidad primaria de vida, así como un hecho cultural para enviar un mensaje al mundo sobre quiénes somos y qué queremos. Ello hace que la industria de la moda, además de ser una de las más importantes, sea la segunda más contaminante del mundo.

En estos últimos años, la sostenibilidad ha tomado gran importancia. Dejó de ser una propuesta para pasar a ser una necesidad. Luego de tantos eventos desafortunados a nivel mundial, hemos tomado consciencia de lo que usamos, lo que necesitamos y cómo se ha elaborado. Desde mi posición como diseñadora, amo ver cada tendencia nueva y adaptarla a mi estilo. Sin embargo, como consumidora también percibo la importancia de ser consciente a la hora de comprar.

El slow fashion busca la manera de hacer la ropa desde una consciencia ética y responsable con el medio ambiente; incorporando el sistema de moda circular que abarca todos los procesos de manera integral, buscando optimizar cada uno para reducir el impacto que tienen sobre el medio ambiente. Llamamos moda circular al sistema de producción basado en la economía circular que busca optimizar los procesos creativos y productivos, promoviendo el uso consciente y racional de recursos tanto naturales como humanos. Ello con el fin de reducir el impacto y el desperdicio realizado sobre el medio ambiente.

La vida útil de un producto es muy valiosa en este sistema, donde la propuesta radica en diseñar productos que puedan tener más de un uso, evitando así la compra compulsiva normalizada bajo la lógica del sistema lineal del fast-fashion ‘producir – consumir – desechar’. El concepto de economía circular implica diseñar y pensar las actividades económicas, buscando nuevas alternativas a los recursos finitos y mejorar la gestión de residuos para que vuelvan a estar incorporados en el sistema. Se trata de un modelo que busca reemplazar las fuentes de energía por aquellas renovables, basándose en los principios de eliminar residuos y contaminación desde el diseño, materiales en uso y regenerar los sistemas naturales.

Así como el slow fashion propone un consumo consciente e intencionado de la moda, la moda circular propone ese grado de consciencia en el momento del diseño, cuando la prenda y la estructura de marca arman la estrategia para producir o diseñar cierta. De esta manera, distintas técnicas o formas de producir prendas como el supra reciclaje, el zero waste (residuo cero) o el comercio justo se integran al modelo de moda circular a fin de sentar nuevas bases en el diseño y la producción de prendas.

La moda circular tiene el objetivo de desacelerar los procesos y observar cómo funciona cada uno para poder identificar y visualizar las fallas, corregirlas y luego optimizarlas. Propone cuestionar al fast-fashion y piensa alternativas sustentables que sean sostenibles en el tiempo. En nuestro país tenemos algunas opciones. Un ejemplo de esto son las tiendas de moda sostenible, vintage, second hand o de segunda mano. Otra opción o tradición es heredar o dar un nuevo uso a esas prendas de nuestros padres o familiares. En mi caso, tengo muchas cosas de mi madre y abuela que, luego de algunas modificaciones, han aportado a mi estilo dándome una pieza única y exclusiva.

Diseñadora de modas