La línea Reserva de Viña Leyda es ideal para acompañar la gastronomía local. Grupo Tabernero, su importador y distribuidor oficial en Perú, está impulsando su consumo en diversos restaurantes. Por ello, aprovechamos la visita de su Export Manager, Sofía Grez, para realizar algunos maridajes con Sauvignon Blanc y Pinot Noir. Más detalles en esta nota.
En 1988 se empezaron a plantar las primeras vides en Leyda. Su magia radica en la cercanía con el mar y, a partir de ello, proporciona una mineralidad auténtica en cada una de sus etiquetas. A cuatro kilómetros del océano Pacífico, donde se presenta la corriente de Humboldt, aporta mucha frescura y permite la maduración de las variedades blancas y la Pinot Noir, una uva más compleja que necesita de temperaturas particulares para madurar. «El Valle de Leyda tiene el mismo nombre que la viña por ser pionera en la zona. De hecho, la bodega es más antigua que la propia Denominación de Origen», menciona Sofía Grez, Export Manager.

«Somos la línea costera más premiada en Chile. Buscamos mostrar el terroir en cada vino, con su propio suelo y características. Tenemos tres líneas en total: Reserva, Coastal Vineyards y Lot. El año pasado lanzamos en Chile, Leyda Origin, el vino ícono. Sobre nuestro packaging actual, el diseño se realizó inspirándose en una estación de tren que era muy conocida en antaño, pero que hoy ya no se usa. De allí parte la etiqueta, así como el celeste por la cercanía con el mar. Creo que la maca tiene mucho potencial en el mercado peruano, sobre todo en los maridajes locales. Ese es el sector al que le estamos apuntando», añade.

Aprovechando la visita de Sofía, decidimos realizar algunos maridajes en Zsa Zsa, restaurante del Club Suizo, donde los vinos de Leyda brillan por sí mismos con muchas opciones del repertorio gastronómico. Empezamos con el Reserva Sauvignon Blanc. Mineralizado, expresivo y aromático. Un buqué de frutas blancas que se entrelazan con cítricos y un sutil carácter herbáceo. Crujiente y fresco por todas partes. Acompañó muy bien el Ceviche Carretillero junto al chicharrón de calamar, choclo y camote glaseado. Otra opción que escogimos para este vino fue el Tartar de Salmón en salsa ostión, nabo y helado de palta con chips de finas hierbas. Limpió muy bien la grasitud del salmón y se disfruta en boca de inicio a fin.

Pasamos a los fondos con el emblemático Reserva Pinot Noir que se hace en Leyda. Esta variedad se ha convertido en la obsesión de su enóloga, Viviana Navarrete, quien ha recibido múltiples reconocimientos por su trabajo con esta variedad específica. El 23% del vino pasa por barrica para mantener la esencia del terroir y sus características. Destacan sus notas predominantes de cerezas, frambuesas y arándanos, con un suave picor y un carácter herbáceo. Fresco y jugoso con taninos sedosos y redondeados.

Esta sutileza en especial nos permitió maridarlo con Arroz con pato en chicha de jora y cerveza negra, junto al zapallo loche, cilantro, pierna de pato confitada y huevo de codorniz. Una genialidad también fueron los Gnocchis de papa amarilla en salsa de hongos (shiitake, porcón y champiñones) con toques de trufa y parmesano. En definitiva, los vinos de Leyda cumplen con realzar nuestra gastronomía. Date una vuelta por Zsa Zsa y averígualo tú mismo.
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