La coctelería en Sudamérica está viviendo uno de sus momentos más vibrantes y prometedores, destacándose con una creciente presencia en los rankings internacionales, como 50 Best Bars o los Spirits Awards de Tales of the cockatils. Países como Perú, Colombia y Argentina cuentan con bares que han alcanzado reconocimiento global, lo que refleja la creatividad ilimitada y el enfoque hacia la sostenibilidad que define a la región. A través de sus cócteles, los bares sudamericanos no solo celebran su rica diversidad cultural, sino que también transmiten su identidad única al mundo.
Identidad que caracteriza a la coctelería sudamericana y refuerza los aspectos más distintivos de la región, ya que cada cóctel cuenta una historia no solo a través de sus sabores, sino también mediante los ingredientes nativos que se emplean. Un claro ejemplo de esto es Carmen, en Medellín, Colombia, donde los cócteles no solo representan la cultura local, sino que también narran el proceso de recuperación de ingredientes autóctonos. «Este enfoque no solo da un toque de identidad al producto final, sino que convierte la coctelería en una herramienta de preservación y promoción de las raíces culturales», señala Maycoll Tobón, Jefe de bar de la corporación.
En este mismo contexto, la sostenibilidad y la tendencia de la hiperlocalización también han ganado protagonismo, evidenciándose en la conexión con los agricultores locales, la valorización y uso de sus insumos, minimizando la huella de carbono y ofreciendo productos locales frescos y únicos. Bares como Alquímico (#8-50 best bars) en Cartagena, Colombia y Lady Bee (#16-50 best bars) en Lima, Perú, han promovido estos movimientos con el uso de productos locales, apoyando a los pequeños productores y fortaleciendo su economía.
Estos espacios, además de utilizar productos provenientes de diversos ecosistemas como el Amazonas, los Andes y el mar Pacífico, también impulsan la creación de destilados y fermentos propios, cerrando así un círculo virtuoso de sostenibilidad sin comprometer la viabilidad económica de los negocios. Un ejemplo notable de esto es Sala de Laura (#40-50 best bars) en Bogotá, Colombia, donde crean sus propios destilados con ingredientes originarios, celebrando lo que llaman «productos poco conocidos» de diferentes ecosistemas del país.
Además de su identidad única, la región también sigue de cerca las últimas tendencias globales, como lo demuestra Verne Club en Buenos Aires, bajo la dirección de Florencia Ocampo. Su carta minimalista fusiona precisión técnica y creatividad, ofreciendo cócteles refinados y sin azúcar. Técnicas innovadoras y detalles como merengues, malvaviscos y gomitas de agar-agar transforman cada sorbo en una experiencia sensorial única. Por otro lado, Siam Thai en Chile, al mando de Javier Ríos, mezclan cocteles conceptuales con enfoques contemporáneos, usando ingredientes chilenos de temporada como la miel de palma chilena, proponiendo en su nueva carta diferentes perfiles de sabores, ampliando las fronteras de la coctelería.
Otro aspecto destacado de este año fue la conexión de los bares con proyectos de gran impacto social, como Tres Monos(#7-50 best bars) en Buenos Aires, Argentina que ha demostrado cómo la coctelería puede contribuir a la comunidad, con iniciativas como la «Escuelita de Barrio Mujica», un programa que ofrece cursos gratuitos de gastronomía a jóvenes de zonas vulnerables. Estas acciones buscan empoderar a las personas a través de la educación, ampliando el impacto social de la coctelería en la región.
Aunque el panorama actual de la coctelería sudamericana es positivo, existen áreas de oportunidad para fortalecer, algunos bares están en rankings internacionales, pero hay muchos otros que no tienen el mismo nivel de visibilidad. La expansión del reconocimiento global debería ir acompañada de esfuerzos para dar más visibilidad a los bares que contribuyen significativamente al ecosistema local, pero que todavía no tienen el mismo alcance. Recordemos la frase que dice «si quieres llegar rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado», es crucial que en esta etapa nos cuestionemos si realmente estamos fomentando una comunidad colaborativa dentro de la industria coctelera o si estamos celebrando el individualismo a expensas de un crecimiento conjunto. Se los dejo a la reflexión.
El éxito individual tiene su valor, pero es mediante el trabajo en equipo, el apoyo mutuo y el intercambio de conocimientos que podemos generar un impacto global duradero y significativo. Si realmente queremos que la industria en Sudamérica crezca de forma sostenible y se fortalezca de manera colectiva, debemos aprender a avanzar juntos, respetando nuestras diferencias y, al mismo tiempo, reconociendo que la verdadera fuerza radica en la colaboración. Esta debe ser uno de los motores clave en nuestro camino hacia el futuro, y así dejar una huella profunda y transformadora en la industria global.
What do you think?
Show comments / Leave a comment