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Explorando la distinción de Caballo Loco con Cristian Urra

June 20, 20248 min read

Caballo Loco es de esos vinos que no se olvidan jamás. Esta vez me tocó conversar con Cristian Urra, Export Manager del Grupo Valdivieso. Rememoramos la historia de la bodega y el prestigio que ha alcanzado con la línea Grand Cru, la cual forma parte del escenario que conocemos como alta gama. 

Cuando hablamos de los vinos chilenos, solemos asociarlos al factor precio-calidad o, como dice Cristian Urra; «bueno, bonito y barato». El Grupo Valdivieso busca desmarcarse de ello. Por eso su portafolio está en otro escalón, especialmente la línea emblemática Caballo Loco; una de mis favoritas. A Cristian lo conocí el año pasado, cuando fui sommelier de la bodega que representa. Allí me enamoré de esta historia que partió hace 145 años en Curicó y que hoy continúa siendo un hit mundial. Todo parte con la familia Valdivieso y la oportunidad de empezar un proyecto vitivinícola en el país vecino. Nicolás Valdivieso se percató de que muchos productores estaban enfocados en Bourdeaux como referencia y no en Borgoña. Eso le llamó la atención y empezó a elaborar vino espumoso con Chardonnay y Pinot Noir. En el 2010 se dejó de llamar Champagne por temas de reglamentación, pero ya se habían hecho un nombre importante en la industria. Si recordamos a Valdivieso es porque comenzó siendo una casa de espumantes. 

Otra cosa que asociamos al vino chileno es su segmentación por Reserva, Gran Reserva y Single Vineyard. Valdivieso presenta un portafolio amplio en cada una de estas clasificaciones, donde encontramos Carmenere, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y más. Sin embargo, la denominación Grand Cru no estaba ocupada y eso es lo que hace aún más disruptiva a su línea de prestigio. «El concepto nace por la herencia de Borgoña y la elaboración de espumosos. Una selección de hileras de un Cru se llama Grand Cru y de allí salen los vinos de Caballo Loco. Hace referencia al apodo de Jorge Coderch —uno de los dueños de la bodega— por su ímpetu en desarrollar vinos de alta gama. En esta línea tenemos como objetivo mostrar las zonas vitivinícolas que componen nuestros vinos, pues la magia está en el lugar», comenta el Export Manager. 

Algo que desde el inicio captó mi atención es que los Caballo Loco Grand Cru presentan colores primarios en su etiqueta. Cada uno tiene un color diferente. Me pareció lúdico, así que por fin despejé la duda con Cristian. «En una oportunidad, los nietos de Jorge pintaron figuritas de caballos con estos colores». En Perú tenemos el azul, el rojo, el amarillo y el verde. Empezamos con el azul que se compone de Carmenere y Cabernet Sauvignon y se elabora en Apalta que, en mi opinión, es la mejor zona para hacer vino en Chile. Es mi vino predilecto de la línea, el cual reúne el cepaje emblemático del país (Carmenere) y su variedad más plantada (Cabernet Sauvignon). El primero cobra protagonismo en la botella y el segundo le otorga una estructura fascinante. 

Después está el rojo que mezcla Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon de Valle del Maipo, zona privilegiada para la madurez de la segunda variedad mencionada. Es la típica mezcla de Borgoña, pero con la impronta chilena. El amarillo es un 100% Syrah de Limarí, al norte. Ideal para los que amamos los vinos con cuerpo y aromas intensos en la copa. Finalmente, está el verde que proviene de Sagrada Familia. Cada año es una sorpresa, pues la cantidad de variedades que contiene varía entre una cosecha u otra. «En las primeras cosechas el protagonista fue el Malbec, después pasamos a darle visibilidad a Cabernet Franc y así sucesivamente». Cambiante, complejo e interesante de principio a fin. Lo recomiendo si te gusta dejarte sorprender. Próximamente, llegará la mezcla de Malbec y Syrah de Curicó con la etiqueta morada. Por allí también podremos ver algo de Pirqué, pero eso aún tomará su curso. 

«El común denominador de la línea Grand Cru es que, pese a estar en el mismo nivel enológico, cada uno presenta una expresión distinta que hace énfasis en el lugar de donde provienen. Caballo Loco es realmente una experiencia. Es como ver fotos de cada parte de nuestro país, pero bebiendo vino», revela el Export Manager. No podíamos culminar la conversación sin hablar del popular Caballo Loco numerado. Esta dinámica es un punto aparte. «Funciona a través de la liberación de ediciones. La primera nació en 1994. En ese momento optamos por guardar la mitad de la producción y ponerla en la siguiente botella. Cada año trae nuevas variedades y porcentajes bajo este sistema. Nunca nos limitamos». 

En Perú ya tenemos la botella número 20 como novedad. Recuerdo haber probado la 19 y es una dinámica muy distinta a lo que encontramos en Grand Cru. Coincido con Cristian en que no debemos tener una expectativa de un vino corpulento, pues encontramos finura, balance, diversas familias de aromas y sabores sin alejarse de la complejidad de una bebida de alta gama. Pronto llegará la versión blanca bajo este mismo sistema. Lindo que le den otro aire. La mezcla entre Chardonnay, Semillón, Moscatel, Pinot Grigio y Viognier que probé en su primera edición fue realmente maravillosa. No esperaba menos de Caballo Loco, vinos que se adaptan a nuestro escenario gastronómico y al público que se atreve a entenderlos y apreciarlos como productos de alto vuelo. Siempre digo que los considero lúdicos, prestigiosos y disruptivos. Adquiérelos en @wineconcierge_ofi. 

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