Comparto un resumen de cuatro piscos que me han gustado en este último año.
1. Quebranta puro de Bodega Santa María Magdalena (Pisco, Ica)
Este Quebranta típico de Ica destaca por su frescura y su característica intensidad, como dicen, ‘golpea el pecho’. Esto, lejos de ser un defecto, es una gran cualidad. El pisco de Quebranta siempre nos muestra su fortaleza: cálido, con una sensación envolvente que calienta la boca. En nariz, ofrece recuerdos de campo, notas herbáceas y un perfil neutro, pero equilibrado y armonioso. Su persistencia es media-larga. Un pisco ‘egoísta’ que invita a disfrutarlo solo. Lo acompaño con un pie de pecanas o chocotejas.
2. Acholado de Mostos Verdes ‘Mollar-Italia’ de Bodega Monte Carmelo Azpitia (Lima)
Una mezcla curiosa y bien lograda. La uva Mollar se hace sentir, mientras que la Italia, a pesar de ser la más aromática, cede protagonismo para alcanzar una armonía perfecta. A mi juicio, los mejores Mollares e Italias provienen de la región Lima, y este pisco lo confirma. Acompañé esta experiencia con un clásico turrón de Doña Pepa, disfrutándolo bocado a bocado.
3. Mosto Verde Torontel ‘Gold’ de Bodega Viñas de Oro (Chincha, Ica)
Un mosto verde aromático que se ha quedado en mi memoria. Al escribir estas líneas, su persistencia en boca aún me acompaña, incluso tras más de 20 segundos. En nariz, destacan aromas de fruta cítrica, azahares, un toque de canela y frutas blancas; logrando un equilibrio perfecto. En boca, ligero picor que recuerda a la piel de lima, untuoso, sedoso, con un suave tostado y persistencia prolongada. Este pisco marida de maravilla con un panetón (añadiendo un par de gotas) o un mousse de maracuyá. Sea cual sea el acompañamiento, siempre cae bien.
4. Acholado de Piscos Puros de Bodega El Huarango (Ica)
Los acholados son un arte complejo. Según la norma vigente, deben elaborarse con más de una variedad de uva pisquera. En este caso, la etiqueta no detalla las variedades usadas. Algunos productores emplean hasta siete cepas distintas. ¿Es posible identificar tantas en cata? Probablemente no. Lo que realmente importa es la calidad del destilado, la percepción mínima de dos variedades, el equilibrio entre ellas y la frescura. Este pisco se disfruta mejor con un mousse de chocolate y lúcuma, acompañado por el ritmo suave de un buen blues.
En mi opinión, estos piscos no deberían mezclarse. Son para disfrutar puros, en familia o con amigos. Les propongo un ejercicio de cata: sirvan el pisco y pregunten a sus invitados qué perciben en la primera olfacción. Vayan anotando y comparando en cada etapa. Es un divertido juego que enriquecerá sus memorias olfativas. Recuerden que en cata no hay absolutos, todo es discutible. ¡Salud! Hasta la próxima. Recuerden beber con responsabilidad.
Sommelier, Especialista y Catador de Pisco
Registro: CRDO-PISCO 2020 RCO-034-2011
https://liviopastorino.com
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