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CELEBRANDO EL PISCO: HISTORIA, CULTURA Y TRADICIÓN

September 12, 20245 min read

Por Livio Pastorino Wagner

El cuarto domingo de julio se celebra el Día Nacional del Pisco, Patrimonio Cultural de la Nación. Fuimos invitados al pisco de honor en el Gran Hotel Bolívar, que este 2024 cumple 100 años desde su inauguración. Un doble motivo para celebrar con pisco. Nos solicitaron dedicar algunas palabras por el Día del Pisco, y varios de los invitados participamos en una pequeña tertulia pisquera, compartiendo nuestras experiencias con nuestro pisco. En una de estas charlas participó Guy Vanackeren, presidente de la Cámara de Comercio y Cultura de Bélgica en el Perú, quien nos hizo recordar a Hergé, famoso por sus historietas o cómics de las aventuras de Tintín. En ‘El Templo del Sol’ (1949) se hace mención del pisco.

Hace un tiempo publicamos un extracto de ‘El Templo del Sol’ que ocurre en Cusco. La imagen aparece al final del cómic. En el segundo cuadro, el personaje con un puro en la boca llamado Cuthbert dice lo siguiente: «¿Por qué no olvidarse del incidente entero (…) y me permiten que les ofrezca un vaso de pisco? Es nuestra bebida nacional (…)». Luego, en el cuarto cuadro, el Capitán le dice esto a Tintín: «¡Nuestro día afortunado! ¡Casi no pensé que veríamos al viejo Cuthbert! (…) ¡Es además el día más feliz de mi vida! (…) ¡Hurra para el pisco! ¡Está todo bien! (…) ¡Todo va a salir correcto!» (Tomado de Tintín de Hergé).

Otro autor muy interesante mencionado en algún momento es Herman Melville (1819-1891), famoso por su novela Moby-Dick. Melville, después de haber viajado en un barco ballenero, se dedicó a escribir sobre sus experiencias y en varias de sus obras menciona al pisco. La que más me gusta es ‘Las Encantadas’ (1854). Es una historia ambientada en las Islas Galápagos, en la cual en un pasaje relata la situación de una mujer que no tenía cómo regresar a tierra firme: ‘La isla de Norfolk y la viuda chola’.

«Estábamos a punto de ponernos en marcha, con el ancla todavía suspendida y oscilando invisible bajo las aguas, cuando el marinero que empujaba conmigo el cabrestante se detuvo repentinamente y llamó mi atención hacia algo que se movía en tierra, no lejos de la playa, pero algo más adentro, flameando en una altura. Que estuviera por encima de todos los demás fue la razón de que percibiera el objeto, de otra manera imperceptible; y esta elevación de la mirada se debía a la elevación de su espíritu, y esta, a su vez —porque hay que decir la verdad— a un poco de pisco peruano que le había suministrado secretamente, en premio de algún servicio, nuestro despensero mulato. Ahora bien, por cierto, que el pisco hace bastante daño en este mundo; sin embargo, ¿del rescate de un ser humano de la suerte más terrible, no habrá que admitir también que el pisco hace bastante bien a veces?» (Tomado de Herman Melville, Obras Completas, 2005, Las Encantadas).

Estos son dos relatos que mencionan al pisco en diferentes circunstancias. En ambos, de alguna manera, el pisco permite un final feliz. En uno se celebra el éxito de una aventura peligrosa y en el otro, gracias al pisco, se salva a una mujer en desgracia. Nos permite compartir buenos momentos con la familia y amigos. No es elitista, por el contrario, nos une. Disfruta del pisco con responsabilidad. ¡Hasta la próxima!

Sommelier, Especialista y Catador de Pisco
Registro: CRDO-PISCO 2020 RCO-034-2011
https://liviopastorino.com
@elmagozurdo

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