Es la tercera vez que cambio de tema para escribir la columna de esta edición de la Revista Placeres. Las actividades que se desarrollan alrededor de la gastronomía peruana son tan ricas, diversas y provocadoras —como la comida misma— que mi inquieto espíritu quiere escribir de todo y eso no es posible. Son las 11:30 de la noche del domingo 21 de julio. Debería estar descansando, pero hay mucha información dando vueltas en mi cerebro y sentidos. Hoy fue el último día del Salón del Cacao y Chocolate, como cierre de una intensa jornada que inició el lunes 15, cuando la Semana del Vino Peruano arrancó con el concurso de vinos de muestras nacionales Catemos Perú.
Estuve desde las 8:30 am a 4:00 pm y participé como jurado. El martes 16 siguió el Symposium, el miércoles 17 la presentación de los mejores 25 vinos calificados en el concurso, luego la cena maridaje y el Salón del Vino Peruano del jueves 18 al sábado 20. Paralelamente, Supermercados Peruanos con su marca Vivanda lanzaba Destinos Al Sabor (DAS), su clásica feria de vinos y destilados durante las mismas fechas. Es una realidad que se palpa durante julio, mes patrio que nos emociona y convoca.
Esto representa una buena oportunidad para que las marcas peruanas salgan a ofrecer su mejor propuesta y tribuna para el disfrute de los clientes y público en general con buenas opciones de compra. Estos eventos y los similares que se realizan en otras fechas del año son una estupenda ocasión para probar las novedades en el vino, descubrir cepas, cosechas y, por otro lado, aprender sobre este fruto maravilloso que es el cacao y su producto estrella que fascina a todo el mundo: el chocolate.
¿Qué pasa cuando estas interesantes y esperadas actividades se juntan en una misma semana? Se pueden canibalizar entre sí. Este año se agudiza, puesto que la recesión golpea con más intensidad, se siente la retracción en la economía, en los bolsillos y puestos de trabajo. La PEA (Población Económicamente Activa) en Lima está en 8 millones y el desempleo llega a casi 500,000 personas, según los datos del INEI. Uno de los rangos de mayor desempleo se da entre los jóvenes de 30 años a más, justo el sector donde la industria del vino tiene puesta la mirada en perspectiva.
Como parte del sector gastronómico, sería oportuno sentarse alrededor de la mesa y dialogar la agenda para el mes de julio. Sé que algunos pensarán que soy idealista y soñadora, pero muchos sueños se hacen realidad cuando se quiere y se piensa en el bien común. Con una agenda concertada, ganaríamos todos: el respetable público, el consumidor final y con ello todo el sector incluyendo productores, viticultores, importadores, cultivadores de cacao y productores de chocolate, distribuidores, vendedores, sommeliers, cocineros, chefs de pastelería y repostería, estudiantes, prensa y todo aquel que forma parte de esta hermosa cadena.
Solo se necesita voluntad, pensar y actuar fuera de la caja y trabajar por el bien de nuestro país. Ojalá se logre, porque esa será la forma efectiva para que la cultura gastronómica crezca y más personas disfruten de lo que ofrece este Perú infinito.