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«ASI», ES LA VIDA

April 10, 20244 min read

Por John Santa Cruz

Quizás esta es la noticia más rimbombante de la sumillería peruana desde que a alguien se le ocurriera abrir un vino y venderlo en este país. Lo puedo comparar con la clasificación a un Mundial de fútbol. Así de inmensa. Los que andamos sumergidos en esta industria sabemos la magnitud de lo que significa que la Association de la Sommellerie Internationale (ASI; como la FIFA para el balompié) nos abriera las puertas a sus dominios como miembros observadores inicialmente. En otras palabras, estamos dentro, pero solo falta un pequeño paso para ser considerados full members.

Ustedes se preguntarán qué significa este logro. El abanico es muy grande. Para empezar, ahora somos un país visible para el mundo del vino. Podemos participar de los certámenes internacionales que organiza este organismo, enviando un representante a los Panamericanos y posteriormente a un Mundial. Nada más y nada menos. También contaremos con acceso a charlas magistrales como las de Guildsomm o dispondremos de bootcamps de la propia ASI. Un sinfín de beneficios. Pero eso no es todo. Yendo un poco más allá de esta grata novedad, con este nombramiento la profesión en sí se fortalece. No solo porque ya somos un hijo reconocido, sino también para valorarnos (me incluyo) en el aspecto laboral. Valgan verdades, en el mercado local no todos los sumilleres llegan a tener un sueldo acorde con sus estudios y conocimientos. Es por ello que este suceso nos brinda un piso difícil de roer. Sin embargo, aún hay camino por recorrer. Debemos seguir en línea recta las exigencias que plantea ASI para llegar a ser full members.

Si el accionar de la Alianza Peruana de Sommeliers (ALIPS), la institución que consiguió esta presea, sigue como lo han venido haciendo; pues en un año se descorcharán cientos de botellas por este otro paso. Esto, sin lugar a dudas, es mérito de un grupo de personas que tenían un norte en común. Los pocos integrantes que empezaron la ALIPS demostraron que el compromiso y las ganas sinceras de empujar un objetivo es palpable en este país lleno de egos aguados y rencillas cantinflescas. Me saco el sombrero por la forma tan veraz y fugaz con la que Máximo Garay y Flor Rey edificaron todo. Ellos, como cabezas visibles —a quienes hace poco entrevisté para mi podcast —, chorrean felicidad por los poros.

De ahora en adelante se tiene que abrir los brazos para hacer un frente común, pues los sumilleres son uno solo, y estar en una sola asociación daría una rigurosidad sin titubeos a la nueva era de esta mágica profesión. Como buenos perdedores, las cabezas de la APSOM (la asociación que intentó librar una batalla perdida contra la ALIPS), deberían de pasar la página y remar para el mismo lado. Los tiempos ya cambiaron. Hay otra generación armando las cartas de los restaurantes. La sumillería ya no es como antes, porque ahora resulta mucho más profesional. Estoy seguro de que en los próximos meses veremos una unión real en el espectro de los descorchadores y brindis. Realmente, no les queda de otra. Me dieron ganas de un vino.

Director General

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