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Paul Hobbs: El Steve Jobs del vino

December 17, 20246 min read

Reconocido por la revista Forbes como el Steve Jobs del vino y con siete bodegas alrededor del mundo, Paul Hobbs ha labrado su nombre dentro del listado de mejores enólogos. En su paso por Perú nos concedió una entrevista exclusiva que aborda un pequeño porcentaje de su vasta carrera.

Paul Hobbs es de aquellos enólogos que tenía en mi lista para entrevistar. No solo porque es famoso y tiene vastos reconocimientos, sino porque es considerado un visionario. Desde sus inicios creó sus propias tendencias y se ha mantenido fiel a ellas. Fue nombrado Personalidad del Vino del Año por Robert Parker Jr. (Wine Advocate), Steve Jobs del vino por la revista Forbes y Maestro del Chardonnay por Wine Spectator. Recibió más de 12 puntuaciones de 100 puntos durante sus más de 40 años de carrera. Gracias a G.W Yichang, sus vinos llegan a nuestro país.

Hoy, Hobbs es propietario y viticultor de siete bodegas en todo el mundo: Paul Hobbs y Crossbarn (Sebastopol, California), Hillick & Hobbs (Finger Lakes, Nueva York), Viña Cobos (Mendoza, Argentina), Crocus (Cahors, Francia), Yacoubian-Hobbs (Vayots Dzor, Armenia) y Álvaredos-Hobbs (Galicia, España). Visitó Perú hace un tiempo e hizo gala de todos sus conocimientos. Este es nuestro breve diálogo.

Con todos los años que llevas de carrera, ¿qué significado tiene el vino en tu vida?

El vino es un emblema de la historia humana. Ha sido parte de ella desde que comenzó. Es una bebida de la mesa familiar y lo considero un cuadro de la humanidad.

¿Cómo surgió tu interés por elaborar vino? Sabemos que antes te dedicabas a otros rubros como la medicina.

No provengo de una región donde se consumía mucho vino. No tenía idea de lo que era. Todo me resultaba extraño hasta que empecé a estudiar sobre ello. Era un pequeño chico de Nueva York que no sabía nada de lo que hoy me hace ‘famoso’. Es agradable ser reconocido por lo que haces. Supongo que todos buscamos eso. Nunca entré al negocio para ser glorificado o convertirme en una celebridad. De hecho, para ser honesto es una de las cosas que no me gustaron. Soy una persona introvertida. Lo que me gusta de ser médico es que puedes trabajar un poco más tranquilo.

¿Te has acostumbrado a las entrevistas?

Las disfruto si las preguntas son buenas. Los periodistas hacen su investigación y eso lo valoro. Quien juzga es el consumidor final. Me gustan las entrevistas porque me permiten difundir la palabra del vino reflejada en mi trabajo, sobre todo en países que no tienen una cultura activa. Eso está cambiando y me emociona.

Empezaste en Estados Unidos y continuaste en Argentina. ¿Por qué te interesó Argentina particularmente?

Estuve en California durante 13 años trabajando para dos grupos de vino muy diferentes, ambos igual de interesantes. Pensando en el futuro, quise iniciar mi propio proyecto. Al inicio fue incómodo porque era bien pagado y las empresas crecían. Sin embargo, cuando conocí a Nicolás Catena pude ver la oportunidad y lo que realmente necesitaba en mi carrera. Sentí que podíamos hacer algo juntos y así fue. Queríamos cambiar la manera en la que la gente veía al vino en Argentina. Terminó siendo más grande de lo que imaginaba.

Siempre tuve la duda sobre el significado de Viña Cobos. ¿Por qué llamaste así a tu proyecto?

El nombre Cobos está ligado a algunos eventos importantes en mi vida. Se refiere a los primeros vinos que hice para Catena. Uno de los viñedos estaba en la Calle Cobos, Mendoza. Luego creé una marca llamada Alamos. El árbol Alamos fue llevado a Argentina por Juan Francisco Cobos. Cuando uní esas cosas fue muy fácil encontrar un nombre para mi bodega.

Probé uno de tus vinos de Armenia. Me llama la atención porque no vemos etiquetas de ese tipo en Perú. ¿Cómo se dio tu interés por elaborar vino allí?

Algunas personas me pidieron ir allí al igual que Catena en Argentina. Tan sencillo como eso.

Hoy se habla de nuevas tendencias en la elaboración de vino, especialmente en el Nuevo Mundo. ¿Te adecúas a ello o mantienes tu línea inicial?

Yo empecé la tendencia en Argentina. Convencí a Nicolás Catena de comprar 30 hectáreas en Tupungato y establecer viñedos en una altitud más alta. Por eso hoy en Argentina se habla de la altitud como un factor determinante. Aproveché una oportunidad y el resto es historia.

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