Con el inicio de la primavera empiezan los eventos y, aunque no lo creamos, es la temporada en la que más novias tenemos. Cuando pensamos en la palabra novia, se nos vienen muchas ideas de vestidos, donde el color principal suele ser el blanco, Ivory, tonos claros o pasteles. ¿Sabías que el vestido de novia no siempre era blanco? En la antigüedad, había de distintas tonalidades. Como siempre, vamos por el inicio. En relación con el color del vestido de novia, en la Grecia clásica, la mujer se casaba con un vestido color amarillo muy vivo y, en la Antigua Roma, existía la costumbre de que la novia vista en la ceremonia un manto de color naranja o azafrán.
Desde el siglo X, el matrimonio asume, como sacramento religioso y acto que establece un vínculo entre dos personas, un sentido más importante. La novia en este periodo no sigue un estilo particular en la elección del vestido, pues simplemente usa el más bello e importante. Por lo general se trataba de vestidos con colores cálidos y encendidos. Durante el Renacimiento, los vestidos de novia seguían las modas del momento: las mujeres nobles vestían costosos brocados de oro y plata, mientras las más humildes usaban un vestido que después sirviera para sus actividades diarias. El uso de la cola aparece en el siglo XVI. Según el modelo de vestido, se puede deducir a qué clase social pertenece la novia. A medida que la cola del vestido era más largo y decorado, mayor era la riqueza y prestigio social. Las mangas generalmente eran muy ajustadas y constituían un verdadero tesoro por sus bordados suntuosos y por las piedras preciosas.
La verdadera moda del vestido de novia blanco la impuso, sin darse cuenta, la reina Victoria de Inglaterra en 1840, cuando se casó con Alberto de Sajonia con un vestido blanco bordado en oro. La elección de su vestido reveló que su idea del matrimonio era muy diferente a la de las novias reales que la habían precedido. El vestido blanco se convirtió en una opción muy popular entre las esposas. En los años sucesivos, todas las mujeres nobles usaban vestidos de novia de este color añadiendo velos familiares de encaje. En 1800 se dio origen a la tradición, al igual que al vestido largo blanco, a los guantes, la recepción y el pastel de bodas. A mediados del siglo XIX se difundió la costumbre de llevar vestidos largos y amplios, similares a los de la época victoriana. En realidad, el estilo del vestido de novia está sujeto a la moda de la época.
El siglo XX, marcado por las dos trágicas guerras mundiales, cambió para siempre el modo de vivir. Para la novia de la clase media fue más práctico vestirse con colores oscuros, en vez de claro. La novia elegía un vestido que podía ser utilizado en otras ocasiones especiales. En los años veinte, el vestido de novia se convirtió en un vestido corto y se alargó el velo. Una intérprete del nuevo estilo femenino fue Coco Chanel. Las novias llevaban vestidos cortos adelante, con una larga cola, a menudo combinados con un sombrero cloche. Tradicionalmente, el vestido de novia es blanco, aunque sí es posible estar dentro del rango de colores que incluyen tonos como marfil, crema, el color crudo, etcétera.
Con la Segunda Guerra Mundial, por obvias razones económicas, el vestido de novia se prestaba o se alquilaba. Después de la guerra, en los años 50, Christian Dior impuso una imagen femenina con una cintura pequeña, seno alto y redondo, falda larga, con enagua, corset apretado y amplio escote. En el pasado, en muchos países las mujeres se casaban con el traje regional o con un traje similar al de todos los días, pero hecho con telas de lujo, con una decoración rica y articulada.
En la actualidad, el vestido blanco se entiende simplemente como opción más tradicional para el matrimonio, no necesariamente como símbolo de pureza. Tenemos más de donde elegir: desde tiendas de diseñadores de lujo, hasta marcas que personalizan a medida y con tu estilo. En lo personal, me gustan más los vestidos arriesgados con combinaciones de texturas, cortes y tonos pasteles.
Diseñadora de modas