Corría el último trimestre del año 2019 cuando “Joker” abarrotó las salas de cine a nivel mundial y dejó a más de uno atónito con su sombría, cruda y realista historia. Todos ya conocíamos al villano por excelencia de Batman, pero nadie le había dado un sentido tan íntimo a su origen como se vio en este filme.
Sin embargo, vivimos en una sociedad que te presiona, te hinca y te empuja a querer mostrar más cuando a veces hay que saber conocer ciertos límites. Pero, ¿qué obtienes cuándo intentas reincidir en una película que en solitario brilló y lo conviertes en una historia sin pulso y corazón? Te voy a decir lo que obtienes (no, no lo diré como el Joker).
Después de su primera semana de estreno y miles de visualizaciones en todo el mundo, Joker: Folie à Deux, viene polarizando opiniones y dividiendo a la crítica tanto especializada como no especializada. ¿A qué se debe todo esto? El filme dirigido nuevamente por Todd Phillips sigue la historia de Arthur Fleck luego de los eventos de su primera entrega, en esta oportunidad no vandalizando la ciudad o brillando con icónicos bailes, sino más bien día a día en una prisión de Arkham en donde se encuentra siendo vapuleado por los guardias y meramente olvidado.
Mientras se prepara para el –juicio del siglo- Arthur ahora entiende que no se encuentra solo, sino que más bien alguien lo logra entender dentro de un sombrío camino. Aquí es donde el personaje de Harley Lee Quinzel (Lady Gaga) aparece para ser el soporte “emocional” de nuestro protagonista y de esta forma celebrar extensas escenas llena de música, poca cordura y caos. No podemos negar en este aspecto que las actuaciones tanto de Phoenix como de Gaga son intuitivas e increíbles. Cada uno en lo suyo. Aunque por otro lado no se llega a conectar con la química de ambos en pantalla restándole así credibilidad a la narrativa y vaya que hablamos de una narrativa que es bastante controversial ya que lograr carecer de sentido alguno y no encuentra un camino correcto que recorrer. Aquí sin duda alguna es donde flojea el largometraje.
Esta secuela se posiciona como un drama judicial bien ejecutado, pero que por ciertos tramos se estorba con la idea de venderlo como un musical donde obviamente explotan los la brillantez de Phoenix y el registro vocal de Gaga. Ahora, ¿me incomoda qué sea un musical? La verdad que no. Pero no se encuentra un musical que parta como épica; sin embargo, una que otra logra consolidarse como la mejor de la película. A diferencia de la primera en donde el protagonista nos enseña su desarrollo mediante el olvido, el desprecio y la soledad, aquí nos lo muestra mediante el amor y la locura compartida.
Por otro lado, si debemos mencionar que Joker: Folie à Deux sirve como un retrato de nuestra sociedad y apunta como una fuerte crítica a nuestro comportamiento colectivo en donde muchas veces olvidamos a quien nos necesita y ensalzamos a quién no. Y mencionada premisa toma más fuerza en esta entrega acompañado de una fotografía exquisita y una paleta de colores que redime el sentimiento del Joker a lo largo de la historia.
Como dice el dicho: para gustos y colores no han escrito los autores. Un review que me deja aún a medias de todo lo que he podido digerir de una película que quedará en un gran debate para la posteridad.